LA MUJER EN LAS AGRICULTURAS PARA LA VIDA

LA MUJER EN LAS AGRICULTURAS PARA LA VIDA

 

Preparado por

Lucía Vásquez Celis M.Sc 2006

La mujer ha jugado y juega un rol preponderante en las actividades agrícolas, no en vano, la encontramos jugando un papel fundamental,  desde la transición del Neolítico a la Edad de Bronce, después del 6.000 a. C., cuando los recolectores de alimentos que vivían en cuevas siguieron una transición hacia una forma de vida basada en la agricultura.

En dicha época, se habla de una sociedad matriarcal, agrícola, en la cual la mujer  ocupó un papel primordial. Mientras el hombre cazaba, ella permanecía en casa cuidando y cultivando, era hortícola, con lo cual por un lado aportaba más alimentos  que los hombres, pero por otro fue la domesticadora por excelencia de las plantas hortícolas medicinales. Aprendió sus bondades e impulso su uso en la comunidad, con lo cual también arraigo su poder, el cual además de expresarse en el saber de la curación y alimentación, se hizo evidente en el mito y las diosas que se crearon. “Su culto más importante se dedicaba a una diosa tierra, la Gran Madre, símbolo de fertilidad para las mujeres, animales y cosechas típico de las sociedades neolíticas; este culto era general entre las primeras comunidades agrícolas de Europa y Asia occidental y se mantiene casi con toda seguridad en la civilización minoica, hasta la llegada de los micénicos. Al parecer, este culto es reflejo y responde a una sociedad matriarcal[1] .

A partir del año 3.000 a. C. que supuso el advenimiento de la Edad de Bronce, la mujer fue relegada. En esta época en que se consolida plenamente la agricultura mediterránea, así como el maíz y la ganadería y el aceite se convierte en producto de uso corriente tanto en alimentación como en ungüentos, en iluminación y usos industriales posteriormente, se introdujeron  el cereal y las legumbres, en más regiones de Grecia y se incrementó la población por la mejora de la alimentación, sobre todo en Creta y Mesenia. Se impone el patriarcado porque entre otras, los hombres construyen muy pesadas herramientas para la agricultura, cuyo uso van relegando a la mujer, pero no totalmente porque ellas no abandonan su acercamiento desde entonces con las  plantas medicinales, ornamentales, aromáticas y con especies menores.

En la tesis titulada “La valoración del trabajo de la mujer rural con perspectiva de género en sistemas de producción agropecuarios, en municipios del Departamento de Córdoba, 1997”, Gloria Vásquez Celis y Marina Vallejo Mendoza, encontraron, que el papel de la mujer rural, en la producción agrícola,  esta intimamente ligado con el cuido de la huerta y de especies menores,  con una participación diferenciada e inferior a la de los hombres en los cultivos comerciales y de pancoger.

Analizando la participación en las labores de siembra, fertilización, control de malezas, control de plagas, control de enfermedades, recolección, manejo post-cosecha y comercialización, encontraron en cuanto a tiempo horas laborales,  en un año de cultivo la siguiente participación:

  • En el cultivo de arroz, la mujer  tuvo una participación del 14.7% anual, fundamentada en el control de malezas y  manejo post-cosecha, en relación del 85.3% de la participación de los hombres en todas las actividades de dicho cultivo.
  • En el cultivo de maíz, participan muy poco, con porcentaje menores al 1% en el año y relacionada con la siembra manual.
  • En el cultivo de la yuca su porcentaje de participación es del 1.6%, referido al manejo post-cosecha, en contraste al 98.4% de la participación de los hombres.
  • En el cultivo del plátano su participación es importante, pero fundamentalmente en la recolección, con un porcentaje de participación del 31.6% en relación al 68.4% de participación de los hombres.
  • En promedio la participación de la mujer en actividades productivas de sistemas de monocultivo es del 9.1%.

También, encontraron a la mujer participando en labores agrícolas en sistemas de producción múltiples, así:

  • En asocios de Arroz// Yuca y ñame//yuca y fundamentalemte en manejo post-cosecha. En promedio, encontraron que la participación de la mujer en actividades agrícolas en sistemas de producción asociados es del 7.1%

Los porcentajes de participación de la mujer se muestran crecientes al referirlos a actividades pecuarias, en las cuales encontraron una participación del 48.3% para las mujeres fundamentalmente en la alimentación y cuido de los animales y con aportes minoritarios en la comercialización.   

“La mujer rural de hoy desempeña un importante papel en la agricultura, sobre todo en los sectores campesinos y de pequeños agricultores, y trabaja en actividades agrícolas y ganaderas. Las mujeres son las encargadas de establecer la estrategia de supervivencia de la unidad familiar. Aproximadamente el 20% de los hogares rurales tienen como cabeza de familia a una mujer, que asume la total responsabilidad de la producción agrícola. Las mujeres se ocupan sobre todo de cultivar hortalizas y de criar pequeños animales (aves de corral, cerdos y cabras). Si bien se dispone de escasos datos sobre la división del trabajo en la agricultura, la mujer participa en la mayor parte de las actividades y predominantemente en la elaboración de los alimentos. En el sector pesquero, la mujer trabaja también principalmente en actividades de elaboración. Las mujeres son responsables de las tareas domésticas, entre las que se incluye el acarreo de agua. Los hombres contribuyen significativamente a la recogida de leña”[2]. Desde su  relación permanente con plantas medicinales, ornamentales y aromáticas, así como con aves de corral, cuyes y cerdos, ampliando la gama de semillas y de razas, seleccionando y propiciando cruces entres semillas y razas para obtener plantas más rendidoras, razas de aves mas ponedoras, mejores cluecas, y desde la preparación de los alimentos y el cuidado de los hijos, la mujer se acercó de manera directa a las propuestas agroecológicas y de agriculturas ancestrales, una y otras, agriculturas de la vida, ya que en ellas encontró coincidencias con su sentir, sus aspiraciones, como el uso y reuso de lo propio, la necesidad de salvaguardar la salud y la existencia de la familia, y desde su relación con las plantas medicinales, entendió muy fácil la necesidad de  dejar insumos de síntesis química, recuperar e intercambiar semillas y coordinar e impulsar proyectos productivos agrícolas y agropecuarios que armonizarán la tierra, el agua, los suelos, el saber ancestral,  con las actividades productivas, que vindicarán la unión de la familia.

La paradoja en Colombia es que su decisión de aprehender las agriculturas de vida, se da con mayor vehemencia en zonas netamentes machistas. Así las encontramos abanderadas en Boyacá, a lo largo de los procesos organizativos de base como el de la “Asociación Comunitaria Semillas”, en Tópaga, Tibasosa y Sogamoso, el de la “Asociación Comunitaria Soñando Caminos”, en Beteitiva, en la “Asociación para el Desarrollo del Niño de Gámeza”, en Gámeza, en el de la “Asociación Comunitaria Trensando Abrazos”,  de  Socota,  en donde numéricamente son mayoría, pero no solo esto, ellas han sido las abanderadas de la transformación de sus fincas de monocultivos de papa y/o cebolla, a sistemas múltiples en donde combinan cultivos, plantas medicinales y aromáticas y crían cuyes y gallinas criollas bajo el modelo de semipastoreo, en eso pedacitos de tierra, que en Boyacá, son simplemente MICROMINIFUNDIO. Son ellas, también quienes desde la estrategia de “Vecin@s solidari@s”, no solo transforman su finca, sino se dedican a apoyar la reconversión de otras fincas,  y ante los resultado evidentes, los hombres no han podido resistirse y han empezado a entender que con ellas es la construcción de alternativas productivas.

En el Cauca, en los 16 Cabildos Nasa (Paéces) del Norte, articulados en la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte, ACIN,  y en los seis cabildos de la  Asociación de Cabildos de Caldono, las mujeres  tienen un papel fundamental en la recuperación y apropiación de propuestas agrícolas y agropecuarias armónicas con la vida. Ellas han sido abanderadas de la recuperación y mejoramiento del sistema ancestral Tull, “…esos tejidos  de la tierra con plantas de alimento, pedacitos de montaña pero ya sembrados… para comer..”[3]. Pero no solo son agricultoras,  en general, se han asumido como coordinadoras de los proyectos orientados a recuperar e intercambiar semillas y de aportar a la seguridad y soberanía alimentaria. Ahí, tenemos, a Sobeida Quilindo, hoy Gobernadora del Resguardo  La Laguna- Siberia,  en Caldono, participante activa de la estrategia mundial de “Custodios de Semillas”, que en Colombia coordina el Instituto Mayor Campesino (IMCA), a Blanca Andrade, Gobernadora del Resguardo de Pioya, Caldono y también Consejera de la ACIN, a  Alicia Chocue, exgobernadora de Pueblo Nuevo, Caldono y representante actual de la Asociación de Cabildos de Caldono en la AIC, Floralba Guiguapungo del Resguardo de Corinto, quien de manera reiterativa ha coordinado los proyectos productivos agrícolas y agropecuarios del resguardo, a Rosario Poto Gobernadora suplente en el Resguardo de San Francisco, a Claudia Taquinas,  en el Centro de Investigación Agroalimentario, CIAN, del Nilo en Caloto, quien ante las ausencias reiterarivas de Gonzalo, como coordinador ambiental del Norte del Cauca, decidió ponerse al frente de las propuestas productivas alternativas, a Claudia Cecué,  de la Selva, del Resguardo Huellas de Caloto, quien lidera la recuperación del tul y de las semillas; a Maria Eugenia Ulcúe en el resguardo-municipio de Jambaló, quien ha jugado un papel estratégico en la recuperación de la agricultura para la vida y en la revalorización del sistema de producción ancestral Nasa-Tul; las mujeres de la vereda del trapiche de Jambaló, quienes asumieron en la práctica de la vida, la reconversión de sus fincas de sistemas de monocultivos hacia sistemas múltiples con plantas alimenticias, medicinales, de leña, así como la recuperación y cuido de los nacimientos de agua, porque para ellas, la vida se sustenta en la relación agua-suelo-animales gente-espíritus.

Ellas y otras más cuyos nombres se me escapan, son mujeres que convocan y desde la concertación, coordinan y promueven las agriculturas de la vida, coordinan y acuerdan con todas y cada uno los “Tejidos de Vida”, que hoy se impulsan desde el Cauca y también sus aspiraciones se van metiendo poco a poco en las aspiraciones políticas de los indígenas. Ellas con ellos también señalan estrategias y mecanismos para seguir construyendo desde la autonomía, desde la cultura, la unidad  y la territorialidad. Ellas han jugado y juegan un papel importante en el sueño de construir de manera permanente “Areas de Trueque e Intercambios de Semillas y Productos”, producidos con prácticas y tecnologías naturales.

En el Caribe, las mujeres se dedican a la reconstrucción o creación del “Patio Agroecológico Productivo”, con hortalizas, plantas medicinales y gallinas criollas.  La Fundación del Caribe, El Taller Prodesal, la Fundación Maria Cano, en Córdoba, la CDS en Bolivar, La Fundación Manos Unidas en Magangué,   han jugado un papel fundamental en el empoderamiento y la visibilización de las mujeres, desde la reconstrucción de propuestas productivas sanas, sostenidas en la recuperación y mejoramiento de semillas locales y de razas de especies menores.

En otros departamento de Colombia, en donde el machismo, parece no ser tan marcado,  las mujeres también vienen construyendo experiencias agroecológicas. Mujeres rurales en Antioquia, con  las Corporaciones Vamos Mujer, Artemisa, Penca de Sábila, CIER, han ido construyendo su propios escenarios productivos en las fincas. En pedacitos que antes solo usaban los hombres ellas han sembrado y cosechado, manejan especies menores, las cuales alimentan con productos del medio, con alimentos alternativos, libres de hormonas y de sustancias de síntesis química.

En el Norte del Cauca también las mujeres Afrocolombianas, con el apoyo de CETEC vienen jugando un papel preponderante en la puesta y  validación de prácticas y tecnologías propias y agroecológicas.

En el Choco, las mujeres Afrocolombianas, apoyadas por la Fundación ESPAVE, siembran, procesan y comercializan condimentos y aromáticas producidos naturalmente, sin insumos de síntesis química, y desde la estrategia colectiva de las mujeres. También en este departamento las experiencias de  la Red de Mujeres Afrocolombianas.

Los ejemplos citados son solo un pedacito de la gran colcha de retazo de mujeres que día a día en Colombia, le apuestan a la vida, cultivando con prácticas amorosas que conservan el suelo, el agua, las semillas, los saberes y que garantizan la pervivencia de sus propias familias como también la de colombianos y colombianas que en la urbe accedemos a los productos del campo, muchos de ellos procedentes de las manos de mujeres campesinas., indígenas y  negras, quienes en su práctica cotidiana demuestran que es posible producir en armonía con la naturaleza, en armonía con la gente y  con la vida. 

SIEMPRE (alejandra Pizarnik)

Cansada del estruendo mágico de las vocales

Cansada de inquirir con los ojos elevados

Cansada de la espera del yo de paso

Cansada de aquel amor que no sucedió

Cansada de mis pies que sólo saben caminar

Cansada de la insidiosa fuga de preguntas

Cansada de dormir y de no poder mirarme

Cansada de abrir la boca y beber el viento

Cansada de sostener las mismas visceras

Cansada del mar indiferente a mis angustias

Cansada de Dios ,  Cansada de Dios

Cansada por fin de las muertes de turno……

jamith meneses <7ken@hotmail.es>

 


[1] Roberto Lérida Lafarga (IES Serranía Baja, Landete -Cuenca-)  Proyecto Clío

 

[2] FAO, 2004.La Mujer rural en Guatemala. Departamento de Desarrollo sostenible

[3] PRAES “El sentimiento de la Mama Tierra”,  Resguardos Indígenas de Toribio, Tacueyo y San Francisco,  municipio de Toribio

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